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martes, 5 de junio de 2007

Oeufs de cravatte

A estas alturas ya empiezo a preocuparme un poco por el viaje en sí mismo. Aunque para ser más exactos, no se trata de una simple preocupación, y además no es poca. En estos momentos comienzo a plantearme aquello que dijo hace poco uno de los participantes españoles: el problema no es que te quedes en la frontera de Uzbekistán con Kazajstán sin gasolina y con el coche hundido en el barro, de noche, sino que te de una peritonitis en mitad del desierto de Gobi. Aquí, y en este momento, la preocupación se torna, de pronto y sin términos medios, en un acojone perfecto.
Resultado de lo anterior, es que me gustaría realizar el viaje lo más cercano posible a otros equipos, y cuando digo cercano quiero decir "sin perderlos de vista". Pero como eso es casi imposible, pues en otros viajes por lugares "no señalizados" he comprobado como en dos o tres kilómetros son capaces de perderse tres o cuatro coches, me resigno y espero que todo vaya "sobre ruedas", consolándome el hecho de que todos estamos en las mismas circunstancias, y algunos incluso peores -que se te gripe la vespa en los Urales tiene que ser jodido, digo yo-.
Pero mi consuelo, por aquello de lo de mal de muchos, no es completo, pues envidio a uno de los equipos que lleva todoterreno de apoyo -nosotros para apoyarnos llevamos un bastón-, cámaras profesionales para hacer una película -nosotros pretendemos hacernos fotos con algunas profesionales-, un coche nuevo al que van a estudiar al acabar la prueba -nosotros no hacemos nada más que estudiar el coche, para buscar algo que tenga nuevo-.
En cualquier caso, desde aquí quiero brindarles mi modesta ayuda, si llegara el caso, indicándoles que lo anterior no es un reproche, sino envidia ¿sana?, y agradeciéndoles que le den ¿nivel? al evento. Por cierto, y hablando de nivel, en la salida no se extrañen si me ven con chaqueta. Ya llevo los oeufs de cravatte.

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